El «síndrome del amigo»
La tecnología se ha hecho mucho más accesible y vivimos en la época del “do it yourself”. Y entre las muchas conductas que esta tecnología trajo aparejadas está aquélla a la que yo bauticé con el nombre de “síndrome del amigo”, una práctica muy generalizada de la que nadie está exento en mayor o menor medida (y me incluyo deliberadamente).
¿En qué consiste el “síndrome del amigo”? Pues es muy fácil de explicar: en que todos tenemos un amigo que tiene algún conocimiento básico de algún software que necesitamos y que está dispuesto a darnos una mano. En el diseño gráfico es muy fácil de detectar, basta con salir a la calle y mirar los logotipos de los comercios de nuestro barrio. Muchos de ellos son verdaderos atentados a las más elementales reglas del diseño. Pero a la vez, son testimonios de la generosidad de la que es capaz nuestra especie ya que es fácil imaginar las horas de trabajo desinteresado invertidas por miles y miles de amigos. Y digo “trabajo desinteresado” porque éste es un punto crucial para entender el fenómeno: ¡nuestro amigo trabaja gratis! Lo hace porque nos quiere y eso lo enaltece.
En el rubro en el cual me desenvuelvo este síndrome también es fácil de detectar: salta a la vista cuando «un amigo» ha hecho la portada de un disco utilizando los conocimientos de dibujo y Photoshop de los que dispone. Y también es fácil ver el cariño y el empeño con el que lo ha hecho.
No seré yo quien desdeñe los frutos de la amistad, uno de los sentimientos más puros que podemos tener, pero claro, hay un momento en el que uno tiene que sopesar qué es lo que gana y qué es lo que pierde al sucumbir ante esta lógica tentación. Lo que gana es obvio: dinero, ya que, como hemos dicho, nuestro amigo tiene la abnegada determinación de trabajar gratis. Y lo que pierde en muchos casos también es obvio: calidad. Y éste no es un detalle menor, ya que un álbum de nuestra banda es algo que nos acompañará durante toda la vida y de lo cual uno quiere sentirse orgulloso conforme pasan los años…